miércoles, 7 de mayo de 2008

Un campo de relámpagos



¿A quién no le atrae una tormenta? ¿Quién no se siente atraido, ya sea desde la admiración o desde el miedo, por ese espectáculo de luz y sonido que nos brinda a veces la naturaleza?

Hoy os quiero traer aquí un ejemplo de lo que se ha denominado Earth Art, o Land Art. Este movimiento se ha desarrollado principalmente en Norteamérica y Europa desde la década de 1970, y consiste en una intervención, por parte del artista, en el medio natural. Aquí queda clara la idea de que lo verdaderamente importante es el concepto más que el objeto, ya que muchas de estas acciones suelen ser efímeras, y tenemos que recurrir a fotografías para poder ver cómo se llevaron a cabo esas alteraciones temporales del medio natural.

Quizás uno de los ejemplos más impactantes y llamativos lo constituya The Lightning Field (1974-1977), del estadounidense Walter de Maria (nacido en 1935). Este autor, que en un principio se había movido entre los presupuestos de la escultura minimalista, realizó una intervención en una zona semiárida y deshabitada de Nuevo México. Sobre una inmensa y kilométrica llanura, dispuso cuatrocientos pararrayos de más de cinco metros de altura cada uno de ellos, convenientemente alineados. Dado que en la zona se suelen producir numerosas e importantes tormentas con fuerte aparato eléctrico, la idea es que, cuando éstas se produzcan, los pararrayos actúen como vehículos para la creación de numerosas descargas eléctricas en un mismo espacio. Con esta intervención sobre el medio natural, Walter de María consigue unos efectos estéticos llenos de belleza. Pero además, plantea varias cuestiones: Por un lado, logra crear una obra de arte temporal, que sólo es tal en momentos muy concretos. Por otro, consigue que la naturaleza en sí misma sea obra de arte durante ese mismo instante, ya que lo que realmente se consigue no es plenamente natural. Recordemos que, para que esa imagen se produzca, el hombre ha tenido que alterar el medio previamente, ha intervenido, a través de la colocación de esos cuatrocientos pararrayos.

Resumiendo, este campo de relámpagos sólo se convierte en obra de arte cuando se produce una tormenta. Y en ese momento, el artista logra poner en contacto al ser humano (el autor de la obra), al cielo y a la tierra. Una verdadera intervención sobre el terreno.

De lo bello a lo sublime.

Si quieres ir a ver este campo de relámpagos, infórmate aquí

P.D.- No he conseguido encontrar ningún vídeo donde pueda verse esta acción en vivo; si alguien sabe de alguno por la red, agradecería que lo comentara por aquí. Saludos cordiales.


No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails