miércoles, 27 de agosto de 2008

La ciudad de los ladrillos rojos



En los últimos años se está poniendo en valor la arquitectura industrial, hasta hace bien poco denostada, quizás debido a que la construcción de determinados complejos fabriles supuso la desaparición de restos más antiguos. Es posible que en aquel momento no supiera reconocerse el valor de una muralla medieval o de una iglesia barroca, pero precisamente por ello, hoy, nosotros, no debemos caer en el mismo error, y por tanto reconocer el valor artístico, cultural e histórico que suponen algunas de las costrucciones levantadas desde finales del siglo XVIII en Inglaterra y a lo largo del siglo XIX en el resto de Europa. Edificios funcionales, a veces fríos, pero que suponen un testimonio vivo de la gran revolución que cambió el mundo: La Revolución Industrial.

Tenemos que recordar que los primeros pasos para el nacimiento de la industria se dieron en Inglaterra, por múltiples factores tales como la iniciativa de una clase empresarial que ya conocía los primeros planteamientoe del capitalismo, por la existencia de una monarquía parlamentaria, y no totalitaria, o por la existencia de un buen número de colonias repartidas por todo el mundo. Precisamente al puerto de Liverpool llegaron no pocas materias primas para luego ser transformadas en aquellas primeras industrias, que tuvieron en dicha ciudad, así como en la cercana Manchester, sus dos núcleos originarios. No es casualidad que la primera línea de ferrocarril inaugurada en el mundo uniera, precisamente, estas dos ciudades inglesas.

Con el paso del tiempo, la actividad industrial de estas dos ciudades fue decreciendo, por diversas crisis cíclicas. Es por ello que en la actualidad estas dos ciudades, antaño florecientes, han tenido que reinvertarse a sí mismas. El caso de Manchester es especialmente significativo, de tal forma que, en las últimas décadas, especialmente en los últimos años, ha experimentado una transformación sumamente interesante que se basa fundamentalmente en la adecuación de la antigua arquitectura industrial a nuevos usos, ya sean residenciales o de ocio, y a la construcción de nuevos complejos arquitectónicos de vanguardia, dando como resultado una ciudad con pocos restos anteriores al siglo XVIII, pero en la que conviven en hábil armonía los nuevos edificios con las numerosas fachadas de ladrillo rojo. Una combinación singular que hace que la ciudad sea atractiva, e interesante, máxime si tenemos en cuenta que actualmente su vida cultural está en ebullición, y es considerada una de las ciudades más cosmpolitas del Reino Unido.

En la imagen de arriba, uno de los rincones con más encanto de Manchester: Canal Street.

Vistas de Manchester:



3 comentarios:

mangeles dijo...

Uff que bonito...tengo que reconocer que me encantan las estaciones de trenes, los trenes, los railes,...las grandes gruas, los camiones hormigoneras, los puentes, el hierro, el acero, las fábricas grandotas de cemento, las petrolíferas...las grandes petrolíferas en el mar...los puertos, los barcotes enormessss de transportes de mercancias....me encanta todo eso...no sé porqué...pero me gusta mucho...supongo que porque mi padre trabajaba en una empresa metalúrgica, y crecí jugando entre el río y la estación del tren y las vías....

Los british son muy inteligentes...siempre lo han sido...

Un beso...me ha encantado el post, y comparto tú opinión.

mangeles dijo...

Jesús Molina fué un pintor, del que yo conocí su obra, a través de uno de sus hijos...Un día me enseñó muchísimos de sus dibujos y algunos de sus cuadros...y fué impresionante...Fué becado en la Academia de España en Roma en la época anterior a la Guerra Civil.


Pero no te puedo decir nada más...porque yo no sé nada de pintura.

Y encantada de venir a tú blog...y aprender cosas...GRacias..

Un beso

Gonzalo González dijo...

Muchas gracias por dejar aquí tus impresiones, Mangeles. Es cierto que la arquitectura industrial tiene un encanto especial.

Y gracias por la información sobre ese pintor!

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